MILITANCIA PARA LA VICTORIA

MILITANCIA PARA LA VICTORIA

IRROMPIBLE DEMOCRACIA PARA SIEMPRE
PATRIA PARA TODOS IRREVERSIBLE






DATOS DE LA COMUNA


Habitantes: 182627 Superficie: 14,20 Densidad: 12.861,06

Barrios: Agronomía, Chacarita, La Paternal, Parque Chas, Villa Crespo, Villa Ortuzar.

Calles que delimitan la Comuna 15:Córdoba, Avenida Dorrego, Avenida Álvarez Thomas, Avenida Forest, La Pampa, Avenida Salvador María del Carril, Campana, Gutemberg, Avenida San Martín, Arregui, Gavilán, Avenida Álvarez Jonte, Avenida San Martín, Avenida Ángel Gallardo, Avenida Estado de Israel.


lunes, 15 de noviembre de 2010

MACRI ES EL "PRO"BLEMA

FALSAS "PRO"MESAS

DESGOBIERNO DE LA CIUDAD EN SALUD PÚBLICA

PEOR EL REMEDIO
11-11-2010 / La Justicia multó al gobierno porteño por no cumplir su promesa de atención sanitaria para los 200 mil vecinos de Lugano. El papel de Marcelo Chancalay, el creador del Villa Tour que se beneficia con la inacción de Macri.
Por Tomás Eliaschev y Tali Goldman

En una zona pobre, donde la contaminación es un habitante más y los problemas de vivienda y de salud son acuciantes, la inauguración de un hospital puede ser un bálsamo. Pero si el edificio termina siendo un centro de salud ampliado, sin camas para internación ni ambulancias, y cierra a las 5 de la tarde sin que funcione ni siquiera una guardia, más que un alivio, parece una burla para los más de 200 mil vecinos de Lugano. Así lo entendió la jueza Elena Liberatori, que condenó a Mauricio Macri a pagar 100 pesos diarios de su sueldo –y a su ministro de Salud, Jorge Lemus, con un embargo de 3.200 pesos– por “incumplimiento” en la construcción del hospital, después de haberle dado un año de plazo para realizarlo.

La sanción, que el gobierno porteño apeló, sacó a la luz una de las situaciones más complejas que se viven en la capital del país. Detrás de esta historia de promesas incumplidas está Marcelo Antonio Chancalay, un polémico político barrial, ex boxeador y creador del nefasto Villa Tour, que el macrismo protege y que explica el miedo de muchos vecinos a reclamar su estatus de ciudadanos.

A sus 50 años, Chancalay tiene una vida de película. Fue boxeador, como dos de sus hermanos. Peleó por el título argentino y en 1991 se retiró para dedicarse a la política barrial. Está al frente de la Mutual “Futuro para todos”, lidera dos cooperativas que aglutinan a 100 personas y trabajan para la UGIS, un invento macrista que administra los programas en las villas. Chancalay es el creador del “Villa Tour”, unos paseos por el barrio para “gringos” que alcanzaron repercusión internacional. También es titular, junto a su hijo Marcelo Alejandro –que juega al básquet en San Lorenzo– de la empresa Mach Construcciones SRL. Con orgullo, cuenta que suele concurrir al boliche Ink, donde dice frecuentar a Ricardo Fort.

A Chancalay se lo pudo ver el 12 de junio de 2009 junto a Macri, inaugurando la primera etapa del polideportivo de la Villa 20 que “beneficiará a miles de niños y adolescentes de familias de bajos recursos de la zona”, tal como promocionó el equipo de comunicación del Pro. En ese momento, era el presidente de la Junta Vecinal. Y, aunque ya no atienda en el edificio de la Junta, sigue actuando como tal.

Tal como constató esta revista, Chancalay no sólo no apoyó los reclamos populares por el hospital: puso su fuerza de choque para impedirlos. Y no tiene empacho en admitir que sus hombres se manejan “a los tiros” contra otros vecinos del barrio.

Con casi 40.000 habitantes, la Villa 20 –una de las más politizadas del país– está ubicada en un rincón olvidado y oculto de la ciudad, entre las vías del Belgrano Sur y el cementerio de autos perteneciente a la Policía Federal, que junta ratas y enfermedades, en avenida Cruz y Escalada. Enfrente, un moderno centro comercial y enorme hipermercado marca los contrastes. En diagonal a la villa se encuentra el paralizado Parque de la Ciudad. Dentro de su perímetro, a unos metros de la torre y de los juegos en desuso, está el hospital inconcluso.

En el sudoeste las desigualdades de la metrópoli se evidencian crudamente. Fue allí fue donde Macri, parado sobre un basural, se sacó la foto de campaña junto a una niña pobre a su lado en 2007. En la campaña anterior para jefe de gobierno, en 2003, prometió que levantaría “un hospital general de agudos con capacidad para 265 camas”. Uno de los afiches decía: “Si se quiere, se puede. Hospital Villa Lugano”.

El relegado barrio es uno de los que más votos le otorga al Pro. En las últimas elecciones sacó el 33 por ciento, una cifra sólo superada por Barrio Norte y Recoleta.

Las sucesivas gestiones municipales relegaron a Lugano, que es un muestrario de incumplimientos estatales. El macrismo vino a agudizar esta situación, al desguazar el Instituto de la Vivienda de la Ciudad y reemplazarlo por la Unidad de Gestión e Integración Social (UGIS), dejando de lado cualquier política para las villas que hay en la zona, como la 20.

Pero Macri puede estar tranquilo: sabe que Chancalay no movilizará a sus vecinos para protestar por sus incumplimientos. El dirigente aún pisa fuerte en los pasillos de la villa y en algunos despachos oficiales. Siempre juega a favor del gobierno de turno: durante el gobierno de Aníbal Ibarra, se puso de su lado. Dice tener amigos en todos lados y coquetea con la troupe Pro, aunque evita las definiciones. Siempre prefirió el diálogo con el poder, y los estrategas del ex dirigente de Boca lo buscaron para ganarse su apoyo. “Soy un dirigente que respeta la buena onda”, explicó a Veintitrés.

“Él no lucha por nuestros derechos, siempre apostó a la desmovilización de los vecinos –dijo Diosnel Pérez, a cargo de la Junta Vecinal de manera provisoria–. Quiso entregar las tierras de la villa para hacer un polo farmacéutico, se opuso a los reclamos para que se urbanice el barrio y nunca hizo nada para que tengamos el hospital. Es más, cuando Jorge Telerman hizo un acto por el inicio de las obras para el hospital, junto a un grupo de vecinos quisimos movilizarnos y nos encontramos con su gente que, bajo amenazas, impidió la protesta. Chancalay y su gente amenazan a los vecinos que reclamamos por lo que nos corresponde.” Luego de varias marchas protagonizadas por las organizaciones sociales que tienen a Pérez como referente, en 2005 la Legislatura porteña aprobó la instalación del polo farmacéutico, aunque cambió su ubicación original al otro lado de la avenida Escalada, sin poner en riesgo las viviendas de la villa. El mismo día se votaron dos leyes: la 1.770, de urbanización –todavía incumplida–, y la del hospital, la 1.769, un reclamo que empezó en el año 1968. Ya hay 200.000 de personas que no tienen un hospital cerca. Y las salas de salud, como el Centro de Salud Comunitario 18, ubicado en el corazón de la Villa 20, están colapsadas.

Desde que se inauguró, el 10 de junio de 2009, el “Centro de Salud Integral Dra. Cecilia Grierson”, sólo se construyó el primero de los tres módulos planeados. Aún no se incluyeron las atenciones y servicios básicos de cualquier hospital: guardias médicas, salas de internación, ambulancias o servicios de vacunación. El sueño del hospital público para los vecinos de Lugano está cada vez más lejos: ni siquiera en el presupuesto del 2011 está contemplada la culminación de la obra. Por ahora deberán seguir acudiendo, ante cualquier emergencia, a los ya desbordados hospitales Santojanni, en Liniers, o al Piñero, en Flores.

En 1968, un grupo de vecinos le reclamó a la municipalidad un hospital debido a que las condiciones sanitarias básicas estaban insatisfechas. En 1994 se logró el primer avance, cuando una ordenanza del Concejo Deliberante exigió la creación de un hospital con 250 camas, aunque la petición quedó en el archivo. En 2005, a través de un proyecto del legislador porteño Diego Kravetz, del Frente para la Victoria, se sancionó la ley para crear en el plazo de un año un verdadero hospital. En el 2007, cuando culminaba la gestión del entonces jefe porteño, Jorge Telerman, y con un presupuesto de siete millones y medio de pesos, se colocaron los primeros ladrillos del ansiado proyecto. La obra fue adjudicada a la constructora Caputo –de aceitadas relaciones con el clan Macri–. Pero cuando la gestión Pro desembarcó en las arcas del gobierno porteño, las obras nuevamente se paralizaron. Con reclamos y manifestaciones de por medio, Macri readecuó el precio del primer módulo agregándole dos millones y medio de pesos más para reanudar la obra.

El doctor Ricardo Zambrano, fundador del Movimiento por el Hospital, señaló que “Chancalay nunca apareció. Para él, todo lo que diga el poder está bien. Está a favor de la construcción del polo farmacéutico y todos sabemos que eso es muy perjudicial para los vecinos. Con el hospital nunca movió un dedo para nada”.

Donde siempre aparece Chancalay es a la hora de apretar a quienes hacen reclamos por las condiciones en las que se vive en el barrio. Como ocurrió el 7 de octubre pasado:

–Señor ministro, le tengo que decir algo –encaró Diosnel Pérez a Esteban Bullrich, que bajó su mirada hasta encontrar la del dirigente barrial.

–¿Sí? –contestó, amable, el ministro de Educación porteño.

–¿En calidad de qué lo recibe Marcelo Chancalay? Él no es más presidente de la Villa –cuestionó Pérez. Los matones del hombre que estaba actuando como anfitrión de los funcionarios porteños se pusieron nerviosos. Bullrich, que inauguraba la primera escuela pública en lo que va de la gestión Pro, sólo atinó a decir que era “en calidad de dirigente barrial”. Pero Pérez le explicó que su mandato había caducado.

“¡Lo voy a matar!”, estalló Chancalay, amagando a pegarle. “No, pará, acá no, no seamos boludos”, lo contuvo uno de los suyos, boxeador como él. El asunto no pasó a mayores, pero cuando se retiraron los funcionarios, uno de los seguidores de Chancalay fue claro con Pérez: “Yo soy el Tano, y a vos y a tu familia los vamos a hacer cagar”, le espetó. Pérez aún teme por su vida. No es la primera vez que sufre agresiones por parte de la patota de Chancalay. Hace dos meses, uno de los hombres de Chancalay –asegura– le arrojó un ladrillazo que le rozó la cabeza.

Albañil y pintor de obra, Pérez fundó uno de los primeros movimientos de trabajadores desocupados de la ciudad y milita en el Frente Popular Darío Santillán. Llegó a la villa hace 25 años desde la localidad paraguaya de Itauguá y todavía mantiene su acento de campesino guaraní. En un local que tiene en la parte de abajo de su casa funciona un comedor que recibe a 80 chicos por día, en tres turnos. Hay pósters de Evo Morales, del Che y de Darío Santillán. Banderas de Bolivia, Paraguay, Argentina y del MST de Brasil. Pérez defendió a los vecinos sin techo que tomaron tierras y fueron desalojados a los tiros, tanto por los matones de Chancalay como por la policía. Lideró los cortes de la avenida Cruz para que se remueva el cementerio de autos que contamina con plomo la sangre de los niños del barrio y estuvo al frente de la protesta contra la instalación de industrias farmacéuticas en los terrenos del barrio. Por todo esto, Chancalay se la tiene jurada, aunque en público lo acusa de buscar prensa.

El legislador porteño Rafael Gentili, de Buenos Aires para Todos en Proyecto Sur, denunció en el recinto de la calle Perú las agresiones sufridas por Pérez: planteó que el delegado de la villa “recibió amenazas que atentan contra su integridad física y la de su familia”. Y detalló: “Son conocidas sus diferencias políticas con Marcelo Chancalay, amo y señor de la Villa 20 hace más de quince años, a raíz del control absoluto de la relación con el Estado en materia de obras públicas y planes sociales”. El diputado porteño criticó que “el rol legal e histórico que tenía el Instituto de la Vivienda de la Ciudad en relación a las villas, los asentamientos y los núcleos habitacionales, se ha visto transformado desde la gestión macrista con la aparición de dos nuevos actores sin competencias legales definitivas que realizan tareas y reciben asignaciones presupuestarias”, en referencia a la Unidad de Gestión e Integración Social (UGIS) y la Corporación Buenos Aires Sur (CBAS). “El organismo que más fondos recibe, la UGIS, sólo realiza obras de emergencia en la problemática villera. Creación cien por ciento de la gestión macrista, se ha convertido en un organismo discrecional sin control por parte de las organizaciones vecinales de las villas, que fomenta y alimenta la representación burocrática y esos canales paralelos de negocios, de los cuales Chancalay es un digno representante.” Como ejemplo, señaló que la Coordinadora de Villas, que preside el boxeador, tiene una oficina en el mismo edificio de la UGIS, también en Lugano. “Chancalay funciona como la representación del Estado en la villa”, denunció Gentili. Esa tal vez sea la explicación por la cual, por ahora, los vecinos de la Villa 20 no salieron a manifestarse masivamente para que el hospital prometido se convierta de una vez por todas en realidad.
http://www.elargentino.com/nota-113990-medios-120-Peor-el-remedio.html